CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA






La Coronilla de la Divina Misericordia, es uno de los elementos centrales del Mensaje de la Divina Misericordia, según le fue revelado por Nuestro Señor Jesucristo a Santa Faustina en Polonia en la década de 1930.

La Coronilla nos es dada por Jesús como una “poderosa herramienta” para aplacar la ira divina y obtener gracias de Él. En su Diario, Santa Faustina nos relata cómo Nuestro Señor invita a rezo incesante de la Coronilla, y, muy en particular, en los momentos cercanos a la muerte.

El Señor Jesús dictó esta oración a Sor Faustina entre el 13 y el 14 de septiembre de 1935 en Vilna, como una oración para aplacar la ira divina (Diario, 474 – 476).

Las personas que rezan esta coronilla ofrecen a Dios Padre “el Cuerpo y la Sangre, el Alma y la Divinidad” de Jesucristo como propiciación de sus pecados, los pecados de sus familiares y los del mundo entero. Al unirse al Sacrificio de Jesús, apelan a este Amor con el que Dios Padre Ama a Su Hijo y en Él a todas las personas.

En esta oración piden también “misericordia para nosotros y el mundo entero” haciendo, de este modo, un acto de misericordia. Agregando a ello una actitud de confianza y cumpliendo las condiciones que deben caracterizar cada oración buena (la humildad, la perseverancia, la sumisión a la Voluntad de Dios), los fieles pueden esperar el cumplimiento de las promesas de Cristo que se refieren especialmente a la hora de la muerte: la gracia de la conversión y una muerte serena. Gozaran de estas gracias no solo las personas que recen esta coronilla, sino también los moribundos por cuya intención la recen otras personas. “Cuando la Coronilla es rezada junto al agonizante – dijo el Señor Jesús – se aplaca la ira divina y la Insondable Misericordia envuelve al alma” (Diario, 811). La promesa general es la siguiente: “Quienes recen esta Coronilla, me complazco en darles todo lo que me pidan (Diario, 1541, (…….) si lo que me pidan esté conforme con Mi voluntad” (Diario, 1731). Todo lo que es contrario a la Voluntad de Dios no es bueno para el hombre, particularmente para su felicidad eterna.

“Por el rezo de esta Coronilla – dijo Jesús en otra ocasión – Me acercas la humanidad (Diario, 929). A las almas que recen esta Coronilla, Mi misericordia las envolverá ( …….) de vida y especialmente a la hora de la muerte” (Diario, 754).

Fuente: www.juanpablomagno.org/

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